Cuando creíamos entrar en el medievo, en realidad, adivinamos que nos proponen la esclavitud.
En algún post anterior hacía mención a la progresiva pérdida de unos
derechos adquiridos por la sociedad, a lo largo de la historia. En puridad
podemos afirmar que si los derechos sociales han perdido toda vigencia, ahora
comienzan a perderla esos derechos iusprivatistas, que encerrados en la esfera
de máxima protección constitucional, ahora pierden su coraza. Os hablo del
derecho a la libertad, a la seguridad, a la vida privada o al libre tránsito
por la calle.
Ocurre que esto ocurrió mucho antes de que naciera nuestro señor
Jesucristo.
Justo antes de instaurarse la República Romana hubo una crisis económica, motivo
por el cual muchos plebeyos se encontraban endeudados hasta las cejas. En
virtud de la ley romana, esto constituía razón suficiente para que este grupo
endeudado se convirtiese en esclavo, en beneficio de su acreedor.
Como reacción a esto los plebeyos rehusaron integrarse en el ejército, a
menos que cambiase esa perversa ley. Así fue por un tiempo pero no fue más que
un engaño de los patricios. De manera que les volvieron a exigir ser sus
esclavos.
De manera que, en ejercicio de quizá la primera huelga por los derechos
civiles que se conoce, se retiraron a un monte paralizando Roma y consiguiendo
su pretensión.
Esto es, un esbozo de lo que a lo largo de la historia ha sido la
resistencia pasiva. Una forma de expresar el rechazo a algo sin acceder a la
violencia.
Sabedores de esto son los ingleses frente a Gandhi por ejemplo.
Pues bien, este modo de proceder quiere ser penalizado por el actual
ejecutivo español. De manera que esperar a que te den golpes contundentes en la
vía pública para conseguir mantener algún derecho o conseguir algún otro, será
tipificado como atentado a la autoridad. A mí me enseñaron que para tener
autoridad hay que tener legitimidad y saber ganarse el respeto. No a base de
golpes, sino de razones lógicas y consecuentes.
La historia parece repetirse. La cuestión es que los patricios de hoy en
día no son los gobernantes de derecho, sino que de facto son entidades
financieras de carácter multinacional, que especulan con nuestra deuda pública.
Ya no buscan sólo tu dinero, sino que ansían arrebatarse todo tipo de derechos
constitucionales. Así se despejan el camino para el control social absoluto. El
límite se encuentra en el derecho a la vida, normado en el artículo 15 de
nuestra Constitución. Cuando éste se suprima, entonces, ya no habrá solución.
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