Pensando en España.

De como el medrar de algunos es el pesar para el resto.



Cuando en un colegio, instituto o facultad los alumnos menos aplicados son los más populares. Cuando en una organización o una oficina, los que asienten constantemente al jefe son los que ascienden con mayor rapidez. Cuando un pueblo, ciudad o país se resigna con tener los mismos dirigentes y por ende, alguien tiene asegurado su cargo público haga lo que haga. Díganme ¿qué clase de sociedad es esta?.  
Soy consciente de que el discurso más correcto sería aceptarlo todo, como si fuera algo  inmanente, natural y provisto de alguna justificación, casi divina. De tal modo que el que piense por sí mismo y así lo exprese, es tachado de arrogante, de presumido e incluso de prepotente.  
Todos los sabemos. Los científicos brillantes son relegados, aquel que destaca en algún mester, salvo en el deporte o en un espectáculo, es puesto en la pira de la plaza y con esos andamiajes ¿qué más da si sube la prima de riesgo?. El riesgo no es más que la desconfianza en que alguien pueda despuntar en algo. En no creer en las capacidades del país de Ortega, de Ramón y Cajal, de Severo Ochoa.
La crisis holística (moral, cultural, económica, social e incluso política) no terminará sin el ejercicio cerebral de reconocer el problema por sus síntomas.
España, puede ser tan brillante como nos anuncia la Coca-Cola. Mas si se aquieta, si se conforma, puede ser tan rancia y casposa como en siglos fue. "Sic transit gloria mundi"
Tratemos de construir sobre lo positivo, leyendo, ilustrándonos y dejando a un lado la idiocia de quienes mirándonos por encima del hombro, sin más mérito que el de haber caido de pie, se erigen como referentes de algo.

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