¿Cómo ha crecido la desigualdad social en nuestro país? ¿Cómo se estratificará España de aquí a unos años?
Son cada vez más las personas que han pasado de la clase
media a la pobreza de solemnidad. No es preciso que venga una encuesta a
decirnos que son muchas las personas que ganan menos de dos billetes de
quinientos euros al mes. Eso, lo vemos en el día a día.
En 1929, la crisis se cebó contra banqueros y especuladores.
Muchos de ellos saltaban por la ventana. Hoy, en nuestro país lo hacen personas
que en otro tiempo tenían buenos sueldos o eran titulares de una empresa, pero
que han venido a menos. Todos en mayor o menor medida, salvando los que
llevaron su dinero a Suiza, hemos mermado en algo. Hay una inevitable correlación
de estados financieros y de ánimo cuando se es honrado.
Lo penoso de todo esto, es que hoy, hay un 45% más de niños
pobres y la cifra parece insalvable con el nivel de desempleo previsto. ¿Se imaginan a su hijo sin comer, sin ir al colegio porque no puede
procurarle libros ni uniforme?
Sin ser un gurú de la sociología puedo confirmarles que volverán escenas dantescas a nuestro país y no tardando mucho.
Nuestros padres o abuelos volverán a conocer, pero esta vez junto a nosotros,
una España negra e irrespirable.
Todos los días veo cómo los autobuses se llenan de
estudiantes. Ahora no comen de menú, se llevan el bocadillo o la fiambrera de
casa. Viendo su mirada, perdida en el horizonte, parece que tienen una sensación agridulce de no saber si la
graduación dará algún día su fruto.
Saben que tendrán que estudiar inglés o alemán para poder
conseguir un empleo bien remunerado en el extranjero. Aquí, sólo se quedará a
medio plazo el que tenga hipoteca, deberes para con los suyos o los que no
dominen bien la lengua del imperio.
Es una lástima que entre lo que paga el Estado al sector
energético y a la banca hubiera podido pagarse el bienestar de toda esa buena gente. Y lo
es, porque estando debidamente legislado carece de una legitimidad, que es
imprescindible para evitar la ruptura con el Tercer Estado. La consecuencia de esto es impredecible. Existen necesidades básicas de la pirámide de Maslow que ningún ejército o gobierno puede contener.
Las diferencias sociales se revelan insalvables y desde un
punto de vista técnico-jurídico van en contra de la justicia social que
proclama nuestra Carta Magna.
Muchas han sido las peticiones para que la
Defensora del Pueblo presente un recurso de inconstitucionalidad. Sin embargo,
parece haberse declarado incompetente para esa causa. Por consiguiente, sería mejor que se
renombrara el cargo y eliminasen lo de Pueblo. Más que nada para comenzar a
llamar a las cosas por su nombre.
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