La previsión y la provisión.

En la época invernal y tras el solsticio navideño las familias se disponen a ahorrar con unas rebajas en pleno enero y un carburante cada vez más encarecido. Las familias, muchas de ellas hipotecadas con tipos de interés variable, no dejan de revisar el recorrido del Euribor y otros índices de referencia.
Sin embargo, hace unos años cuando los niveles del interés crediticio eran inferiores, muchos se aventuraron a poseer (no a tomar propiedad absoluta, libre de cargas) de inmuebles lujosos, otros de alto precio, lo que ha supuesto ahora un serio problema en la economía familiar.
Hay quienes no se aventuraron a comprar ni siquiera vivienda propia por su bajo salario, y a día de hoy se ve la divergencia creciente entre la nómina y el coste real de la vida, por lo que seguiran sin comprar.
Finalmente, unos pocos se aventuraron a comprar a un precio razonable, teniendo en cuenta las oscilaciones de los indicadores y el nivel de vida, asumiendo incluso algún pequeño riesgo.
Todo este sistema de poder económico se basa en dos principios: la previsión que otorgan analistas ex ante, y la provisión que se encuentra en la misma vida cotidiana, y por la que hay que luchar duramente a diario.
En estas circunstancias en la que divisamos cada vez más claro el renacer de una Agenda Medieval, plagada de servilismos y constricciones, nos planteamos si con los medios legales a nuestro alcance no podemos hacer provisión de una serie de valores perdidos en el despertar de la noche, aunque siga subiendo el pan y los peces.

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