Las estructuras se mantienen

Tras las noticias de la crisis en el sector inmobiliario y todo lo que orbita sobre este, se ignora que aún siguen en buen estado empresas que venían desempeñando su actividad desde hace tiempo. Esto viene a corroborar la idea de que lo estructural permanece, mientras que las modas o los oportunismos nacen con la fecha de caducidad.
Esto puede extenderse más allá de la economía a todo lo que podemos llamar sistema social. Un ejemplo claro es el engranaje oportunista creado en Marbella, cuyos actores de escena y guionistas han ido desapareciendo de la arena social y política. De ahí que desde el estructuralismo en lo profesional reclamemos garantías a todos los que se aventuren a ejercer una actividad o nos ofrezcan un bien o un servicio.

Los ciudadanos pueden ser algún día una fuerza en cadena que desterrie el alquimismo presente en derredor nuestro: Asesores sin titulación, analistas sin un soporte científico, actores políticos sin bagaje ideólogico, inmuebles sin licencia de obras, planes contables más moldeables.
De ahí que corroboremos la creciente quimera del sufragio, pues tras la compra
de la voluntad del representante ciudadano, ahora toca la irrechazable compra del ciudadano mismo.
Por tanto creo, que el ciclo se estabilizará en un punto de equilibrio y todos estaremos alerta a los puntos de fuga del sistema, cuyo leviatán no soporta ya ni sus propias garras y debe adjudicarlas de manera subsiadada a otros agentes enhebradores del funcionalismo. Véase el control tributario en colaboración con bancos, colegios profesionales, notarios y registradores.
De ahí, que alentados por una legislación cada vez más perversa debamos encontrar los resquicios oceánicos de la serena calma y reconducir la estructura de nuestro sistema.

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