Los actores invisibles del sistema se dedican en estos días a ofrecernos sus dos grandes alternativas. Para que el consumo de estas opciones sea más seguro se dedican a controlar las ideas e impulsos, invocando a elementos espirituales: la fe. Todo esto esta apoyado por el dominio de los medios de comunicación. Con ellos, parece que el grado de movilización en esta ocasión será alto con una volatilidad inferior a la de ocasiones anteriores y con una tendencia centrípeta y concentradora del producto final: el sufragio.
La técnica del pugilismo entre dos grandes actores visibles, la llamada al utilitarismo matemático del reparto y la reconducción de estudios de opinión están marcando grandes límites a la democracia real. Todo ello afecta a todo el sistema y con él a uno de sus elementos más importantes: la Administración. Una administración cada vez con menos mecanismos de implementación bottom-up a la par que cada vez más instrumentalizada por los actores invisibles. Véase el sector electrico, el de la telefonía, la reciente sentencia de los Albertos, etc.
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