Modelos distributivos de riqueza.


Tal vez sea porque los catedráticos me orientaron a la escuela económica de Samuelson, creo que los programas económicos de los grupos más relevantes de nuestro sistema no terminan de convencerme. 

Ya decía el ilustre Vilfredo que cuando a un adinerado se le detraen mil liras para mejorar la situación de los más humildes, todos salen beneficiados. La razón matemática es que la utilidad marginal es mayor para quien menos tiene y casi no es notoria la ínfima pérdida para el acaudalado.

Por esto cuando nos ofrecen dinero por la vía fiscal, y además por la tributación directa y progresiva, a un servidor se le pone el vello de la faz como lanzas. Más aún si son los asesores de institutos patrocinados por los bancos y las electricas, al que el fragor de la batalla mediática les debe dejar alguna vez exhaustos. Ahora se aventuran vía marionetas políticas a enfrentarse en la ya política, cada vez más alojada en lupanares del verbo, donde al ciudadano medio o lo dan por demente, o saben directamente que puede ser manipulado.

Sin embargo la riqueza sigue perenne en las mismas cajas, aunque la utilidad marginal del resto esté bajo mínimos, respondiendo con migajas que percibirá el rico y el pobre (sea por el coste de la vida, sea por el nacimiento de un hijo). De modo que habrán de pensar tener una tropa de descendientes para entrar en el maravilloso club de los pudientes.
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