La nueva Edad Media.


Cuentan que una casa solariega vivía un rico-hombre que cada día echaba una moneda a su alcancía, y el resto, lo destinaba a satisfacer las necesidades de su hacienda. Los siervos del lugar se preguntaban como un hombre tan adinerado se molestaba con guardar cada día una sola moneda.
Al cabo del tiempo un fuerte viento entró por la ventana, llevándose todo lo que pillaba a su paso, tirando al suelo la alcancía y saliendo de ella miles de monedas.
Cuando pasó el temporal el hombre reunió a la servidumbre y así les dijo: "Puede que Eolo quisiera limpiar mi casa. La tempestad pudo llevarse enseres y pertenencias, pero no se llevó mi calma. Porque oidme bien, seguiré siendo vuestro señor, ya que el título nadie podrá arrebatármelo. Los que pasen por mi puente deberán seguir pagando, los que usen mi molino repartirán su harina, los que pasen mi puerta dejarán una moneda y vosotro,s si quereis mi protección debereis servirme tan fielmente como antes"

La primavera que estos días emerge no nos debe borrar del recuerdo de que otrora fue invierno y nuevos hidalgos quieren ocupar una casa solariega que ha resistido miles de tempestades.

Por si acaso: Menos teleñecos y más filosofía.

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