Kondratief no es una marca de vodka


Vivimos en un mundo de incertidumbres y por eso todos buscamos respuestas. En verdad, nadie tiene una solución tan contundente que pueda erigirse en paradigma. Sin embargo, mediante la comparación y la refutación de los argumentos podemos extraer algunos sólidos principios que no dejan lugar a dudas. Quizá esa sea la vía para buscar las soluciones a todos esos problemas que hemos diagnosticado en este blog.
He recibido algún e-mail que me preguntaba ¿cuando podemos hablar de crisis económica?. Y lo más importante ¿cómo nos afectará?.
Para esto he vuelto a releer aquellos apuntes manuscritos de Economía Aplicada. Lo cierto es que la crisis económica no es más que el reflejo de macro-magnitudes que trazan un dibujo a carboncillo de lo que esta pasando. El color se lo da el ciudadano de a pie. Porque díganme: No es la misma crisis para el consejero delegado del BSCH, por ejemplo que seguirá obteniendo pingües beneficios, que el peón albañil que va puede quedarse en paro.
Con una perspectiva estructuralista mi respuesta es que los hechos sociales suelen repetirse y sólo cambian las circunstancias que los rodean. Así si observamos los ciclos, podemos comprobar como las cifras macroeconómicas, dibujan una serie secuencial de ondas largas. Esto no es merito mío sino de su descubridor: Mijail Kondratief.
De manera resumida podemos hablar de las crisis alimentarias que se sufrieron en 1850 y en 1893. Si recordais en mayo os hable de la más importante: la crisis de 1929. Nuestros padres sufrieron la crisis petrolera de 1973. Si cronometramos estas recesiones profundas vemos que acontecen entre los 30 y los 50 años, dependiendo de las medidas adoptadas. Parece que el New Deal y las medidas keynesianas no fueron tan malas del todo. Ahora, que se abandonan las políticas económicas del bienestar, unos señores invisibles con solo tomar una decisión pueden hacer zozobrar todas las bolsas del mundo.
He consultado a Samuelson, como no, y he interpretado: Que el incremento del precio de petróleo a causa de su cotización en el mercado de “futuros”, en un entorno de conflictos bélicos aún latentes en áreas geoestratégicas, llevará a un proceso de comercialización de productos sustitutivos. Estos productos generadores de combustible están fabricados a partir de productos básicos.
Esto provocará un encarecimiento de precios en productos básicos, que causará la inanición a millones de seres humanos. También repercutirá en un incremento de sustitutivos del petróleo.
El galopante crecimiento de la economía china, y otras emergentes, que invita al dumping social, nos llevará al recorte de ventajas sociales y la disminución del gasto público. Parece que esto provocará un descenso en la inversión productiva y por tanto el incremento del desempleo. No obstante, el desempleo puede crear un nuevo modelo de trabajo (el tele-trabajo, las fórmulas free-lance o el trabajo autónomo-dependiente).
La crisis de las burbujas inmobiliarias por las hipotecas de riesgo (sub-primes), el descubrimiento de tramas de terrenos ilegales y sobre todo el incremento de los tipos de interés, hace recelar sobre la vivienda en propiedad. Desconozco si se llegará a un cambio de mentalidad, primando el alquiler.
De lo que sí estoy seguro es que el paradigma del “laissez faire” tiene serias grietas, quizá por que el individualismo materialista es demasiado artificial y el ser humano precisa de mayores garantías, aunque sólo sea para no perder los nervios.
Mi solución me la dieron mis antepasados: la mejor lotería es “el trabajo y la economía” y “mas vale un buen trato que un año de trabajo”

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