Esta mañana Don José Bono, que no tiene ni un pelo de tonto, tras su implante, cuando hizo el recuento de diputados que asistían a la sesión de control al Gobierno de los miércoles, se dio cuenta de que le faltaban 190 personas.Se ausentaron Zapatero, Rajoy e incluso una que le iba a hacer una pregunta al gobierno sobre el paro. De modo que a las 9:15 horas no han tenido tiempo para llegar ni para desayunar estos diputados que no representantes. Pues en todo caso, se representarán a sí mismos en el cobro de percepciones mensuales, dietas incluidas, que satisfacemos todos mediante nuestras cuotas tributarias y exacciones parafiscales. Así que si este brazo del sector público que no pedimos sea más incorrupto que el de Santa Teresa, pero al menos tenga un mínimo de decencia, se encarga de desatender sus obligaciones diarias, pienso que el sistema parlamentario queda caduco. Desde mi punto de vista debería auditarse la labor de los miembros del legislativo y en consecuencia, aplicarse una remuneración en función de su grado de asistencia y puntualidad.
Una solución además del clásico pulsador desde cada escaño es la instalación en la puerta del hemiciclo un lector de tarjetas para conocer su puntualidad. Se deberían publicar un listado con las frecuencias y ausencias medias anuales, para que el electorado pueda juzgar con más libertad. Pero claro, es como poner un lobo a cuidar de las ovejas. La mayoría, que son los absentistas, se negarían. De manera que esta medida debe ir impulsada a instancia de la gran parte, o sea la ciudadanía, que todos los días ficha en sus correspondientes trabajos y cuenta con un calendario y horario reglado mediante convenio.
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