Un económo en cuestión.

En esta línea preliminar bajo la acepción de ecónomo "Hombre que administraba los bienes del demente o del pródigo",quiero hacer reflexionar sobre el uso de los recursos en los partidos.

Todo viene al socaire de la publicación en el, nada sospechoso, diario El Mundo acerca de que D. Luis Bárcenas ha creado un patrimonio de 3,3 millones de euros. Este señor en virtud del Art. 47 de los estatutos de su partido y por decisión de su Comité Ejecutivo Nacional, fue nombrado Tesorero. Es por eso, por lo que ante tal alusión, el senador onubense por Cantabria, ha instado a la Agencia Tributaria a que le realice una inspección por los últimos 10 años en el concepto IRPF.
De la noticia referida ut supra no me sorprenden las cuantías ni el modus operandi. Esto era de esperar y estando el caso sub iúdice, prefiero dejar la sentencia en manos de quien corresponda. Lo que me sorprende, es que siendo responsable de un área económica de un partido tan importante, habiéndose Licenciado en Ciencias Empresariales, nada menos que por Universidad Pontificia de Comillas no sepa lo siguiente:
1-Las inspecciones tributarias, aunque en la redacción del artículo 147 de la LGT diga que pueden incoarse de oficio o a instancia de parte, en realidad la potestad del obligado tributario sólo lo es cuando ya se le esté realizando una inspección parcial y pueda pedir que esta tenga un alcance general.
2-La Agencia Tributaria, por el principio general de que las actuaciones prescriben a los cuatro años, no tiene por qué realizar una inspección por un periodo mayor.
3-Si lo que está en cuestión es su patrimonio, en relación con el IRPF sólo se podrán comprobar las variaciones patrimoniales. Si a resultas de una improbable actuación se desprende una defraudación, en los últimos cuatro años, en más de 120000 euros se convertiría en delito fiscal. Pero lo que aquí se sustancia no es sólo un patrimonio personal, sino también uno societario del que era tesorero. Esto va más allá de una simple justificación documental. Por tanto es un caso más judicial que fiscal.
En esta vida, me he encontrado muchos alquimistas ejerciendo con total desconocimiento de las más básicas reglas. Su provecho es la abundancia de iletrados, incluso en las cumbres más altas. Esto es lo que ocurre cuando hay más márketing que sustancia: al final, todo se desmorona.

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