Universidad a la Boloñesa.

El Plan de Bolonia avanza sin retroceso. Muchas universidades ya han adaptado sus planes de estudios a este sistema europeo, en la que se crean los títulos de pregrado, grado y postgrado. Para la obtención de los títulos, donde se fomenta el utilitarismo frente al saber holístico, se puntuarán entre otras actividades docentes las prácticas y los créditos de máster que son los que dan la especialización al grado.

Muchos estudiantes creen que la tendencia es la configuración de una mano de obra barata, que previamente ha debido de pagarse unos caros máster o haber trabajado en situación precaria para que le certifiquen unas prácticas.

De ahí que en la mayoría de las Universidades haya encierros, protestas y manifestaciones. La de ayer en Barcelona, por ejemplo dejó un saldo de veinte heridos tras la carga de los Mossos en la Via Laietana. Esa marcha tuvo un seguimiento aproximado de unos 5000 estudiantes, a la que acudieron también furgones antidisturbios de la policía autonómica de Cataluña.

Mi opinión al respecto es que en un marco comunitario deben existir planes de estudios homologables, que el nivel de idiomas debe elevarse y que hay que introducir las nuevas tecnologías en la docencia. Pero también creo que la universidad no debe ser más que una transmisora de conocimientos que proporcione las herramientas básicas, no sólo para acceder al mercado de trabajo, sino también para otorgar el "sapere aude" kantiano, la capacidad de análisis de la materia y el desarrollo de la personalidad.

El sistema actual se ha ocupado de desprestigiar muchas enseñanzas universitarias para que los titulados accedan a la rebaja en sus derechos profesionales. Los procesos de especialización nos dicen donde pulsar cada tecla, pero nadie valora lo más importante. ¿Porque pulsar una y no otra? ¿Cuáles son las causas y los efectos de escoger una y otra? Por eso, siempre he reivindicado la colegiación profesional frente al alquimismo de la improvisación.

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