Tiempo de penitencia en el Gobierno.

Apreciados lectores, entre el olor de incienso procesional, este año, con el colorido propio de consignas episcopales nos enteramos de la profunda remodelación del Gobierno. Este flash contundente, que ha conseguido despegar parte de la adiposis clientelar andaluza, no deja de ser un movimiento electoral. Con ello se consigue dilatar artificiosamente la carrera de políticos próximos a la jubilación y al tiempo,reclutar personas de intachable reputación, para así por extensión ofrecer el perdón a los que se van.
Esta nueva composición de Gobierno sabe más a ejecutiva de partido que a grupo solvente. Y lo digo por que suena más a política de continuidad que a giros copernicanos.
No obstante, y con el ánimo de ser patriota, debo dar cierto tiempo, por cortesía y por prudencia, con el deseo de que gestionen mejor. También porque sabemos que a nivel global afrontamos un cambio de ciclo, en el sistema económico, y también como ya apuntan los analistas internacionales en la configuración de los sistemas representativos.
Todo el mundo está en la calle clamando la paz y el pan, que un broker loco se ha llevado. Y yo personalmente también, sin esperanzas de éxito, clamo por la justicia. Una justicia sin posiblidad de prescripción extintiva para aquellos que nos están haciendo redimir una crisis sin haberla provocado. Una provocación en toda regla para desconfiar del bipartidismo, de la economía del liberticida mercado y de la absolución de los pecados. Pero en este ancho mar de brumas ¿es que no hay una tabla donde agarrarse? El tiempo lo dirá, tened fe.

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