Las espinas magentas de la gaviota.

El rápido ascenso del grupo liberal-progresista encabezado por Rosa Díez hemos de encontrarlo en la confluencia de diversos factores, que nada tienen que ver con las aspiraciones de tipo ideológico.
El discurso mantenido por el grupo UPyD es fácil de entender y de simpatizar: la unión frente al terrorismo y el avance de las políticas integradoras del territorio nacional. Pero más allá de esto, sólo podemos encontrar una amalgama de propuestas sin demasiado encaje troncal a nivel estasiológico.
En suplencia de esto último, se han dispuesto unas filas de personajes relevantes, tales como los filósofos Fernando Savater o Carlos Martínez y el economista Mikel Buesa. Estas personas han venido expresando su mensaje político a través de dos grupos editoriales de carácter liberal-conservador, tales como Unidad Editorial (El Mundo) y el Grupo Vocento (ABC y El Diario Vasco).
En las elecciones generales y vascas el proyecto político pareció tener buen resultado, de manera que se recuperaba el voto desencantado del bipartidismo. En tal misión de aupar una iniciativa de estabilidad, la banca se prestó a conceder créditos para los comicios europeos. Básicamente el Banco Popular y el BBVA. Lo que ocurre es que el 7 de Junio el efecto traspasó el límite establecido al restar votos a su diestra y siniestra. De modo que las líneas editoriales, sobre todo las de Vocento, un mes después han comenzado a pronunciarse sobre la “pérdida de la magia de UPyD”.
Este efecto de tensión en el partido ha provocado las voces discordantes, sobre todo las más vinculadas a Vocento. El resultado ha sido la salida de Mikel Buesa y los suyos.
Cabe, con estos hilos, reiterar la misma conclusión que con Ciudadanos, que no es otra que las palabras de Eugenio D´Ors: “Los experimentos, con gaseosa.”. Lo que ocurre es que el experimento de Rosa Diez ha sido con otro material, altamente explosivo, y es por ello, por lo que debería cuidarse bien las espaldas. Sobre todo debe cuidarse de aquellos que un día la encumbraron y hoy piden su cabeza. Es el riesgo de dejarse subir por tales socios

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