Este estado de naturaleza se rige por normas no escritas y a diferencia del descrito por Hobbes, es una guerra de una parte contra todos y tiene su fundamento en artificios creados para aceptarlo racionalmente.
Los entendidos en temas económicos nos indican cuando una economía se recupera o se va al garete. Los estudios demoscópicos nos dicen lo que es más útil votar o aceptar. Las reglas del juego nos alentan a comportarnos de una manera socialmente aceptable, o al menos, hipócritamente aceptable.
Es un Estado de Naturaleza edulcorado, porque un sólo grupo de empresas puede malherir la economía de todo un pueblo, enviando al paro a miles de personas. Es una hipócrita isocracia porque dicen a quien votar, penalizando a unos y beneficiando a otros. Y todo tiene su basamento en una rara mitología que hacen del ser humano un animal domesticable.
Los oráculos pueden hablar de corrupción, desempleo o escandolosas regresiones, pero la gente seguirá haciendo su vida, tolerando estas irracionales prácticas.
Para conseguir la paz y la felicidad común, es preciso librar primero una gran batalla: La educación.
Antes del Prozac o de la piedra lanzada, es preferible el agua del río del saber, que va tallando con esmero su cauce, sin causar daño ni tormento.
Los entendidos en temas económicos nos indican cuando una economía se recupera o se va al garete. Los estudios demoscópicos nos dicen lo que es más útil votar o aceptar. Las reglas del juego nos alentan a comportarnos de una manera socialmente aceptable, o al menos, hipócritamente aceptable.
Es un Estado de Naturaleza edulcorado, porque un sólo grupo de empresas puede malherir la economía de todo un pueblo, enviando al paro a miles de personas. Es una hipócrita isocracia porque dicen a quien votar, penalizando a unos y beneficiando a otros. Y todo tiene su basamento en una rara mitología que hacen del ser humano un animal domesticable.
Los oráculos pueden hablar de corrupción, desempleo o escandolosas regresiones, pero la gente seguirá haciendo su vida, tolerando estas irracionales prácticas.
Para conseguir la paz y la felicidad común, es preciso librar primero una gran batalla: La educación.
Antes del Prozac o de la piedra lanzada, es preferible el agua del río del saber, que va tallando con esmero su cauce, sin causar daño ni tormento.
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