La imagen que todos los medios han destacado de la sesión plenaria de ayer, no es la de la Ministra Salgado, sino la de la noticia que Rajoy tiene entre sus manos. Si los casos de corrupción de la Gürtel o de los cargos públicos baleares no le dejan pensar con tranquilidad, ahora se han añadido la dimisión de Montserrat Nebrera y la denuncia que el mismo Álvarez Cascos ha presentado contra el Partido Popular.
Cualquiera sabe que incluso estando el propio Gobierno instalado en la improvisación, es imposible construir una auténtica alternativa de Gobierno. Mientras las enmiendas a la totalidad, de todos los grupos de la oposición, han sido rechazadas, el líder de la oposición tiene que librar una batalla interna para evitar daños colaterales.
El PNV y Coalición Canaria han sido el comodín de la llamada que necesitaba el Gobierno. Pero para Rajoy sólo le queda la del 50%, si quiere seguir optando al comodín que en 2012 ofrece el público.
Y ese comodín del 50% no es más que la destitución urgente de todos los presuntos que hipotecan el futuro del partido y por los que el viejo Don Manuel, que algo sabe de esto, no pondría la mano en el fuego.
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