El Parlamento Británico: ¿colgado o quemado?

El sistema electoral británico.
En cada distrito británico se libra una batalla entre candidatos. El candidato de cada partido debe hacerse valer en un sistema mayoritario, donde sólo gana el más votado. Esta relevancia del parlamentario sólo es posible si tiene un partido fuerte o focalizado. De modo, que en el norte suelen ganar los laboristas, en Sheffield los liberales y en el sur los conservadores. Todo esto es lo que quiere cambiar Nick Clegg, el líder de los liberales, sabedor de que es muy dificil luchar en el bipartidismo.

Los resultados.
Muchas cosas han pasado desde 2005 en el Reino Unido para que Gordon Brown haya tenido que comerse el “brown” de perder 91 escaños. No obstante ha resistido con 258. En la isla no entendieron la posición de los laboristas en el conflicto iraquí, ni la creciente diferencia social entre ricos y pobres. Por eso, todos miraron a Nick Clegg quien ahora tiene la llave de la gobernabilidad. Esa mirada tuvo un efecto menguante, lo que los liberales entendieron como una frustración.
Los conservadores o justicialistas no han ganado la mayoría absoluta (326 parlamentarios), y ahora deben o engañar a Clegg- con que van a aceptar su reforma- o permanecer solteros hasta nueva convocatoria de elecciones. La reivindicación de reforma electoral asusta no sólo a los conservadores, sino a todo el espectro que representan: A los agentes económicos, a la Reina, a los euro-escépticos y a todo ese discurso que relaciona pacto con debilidad. En un sistema así, la épica de la fuerza liberal demócrata es notoria, sobre todo desde 2005.

Pacto de gobierno.
Los liberales son la bisagra. Aunque en estas elecciones hayan perdido cinco asientos piensan en un futuro sin Brown. En caso de improbable pacto con los laboristas pedirían su cabeza. Y digo improbable porque el liberalismo británico no suele conceder margen de maniobra a la socialdemocracia. Sabedores de que el éxito está en la diferencia, no quieren yuxtaponer sus mensajes y arriesgarse a perder su acervo por el privatismo. Sólo lo hacen cuando quieren ganar sufragios de la izquierda desencantada y cuando en su composición interna aun queda la llama del reformismo. El mercado les exige un pacto con los conservadores. ¿Por qué iban a contradecirle?.

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