Nemo auditur qui propriam turpitúdinem alegans (*)

No hay mejor que tener la conciencia tranquila. De lo contrario, las eléctricas de este país cobrarían más por nuestros desvelos.
Los laboratorios tendrían que abastecernos con valerianas y nuestro confesor o psicólogo trabajaría más de lo debido.
Alguien así, sólo podría decir que los trabajadores cuando va a la huelga “rompen las lunas de los escaparates, ponen silicona en las cerraduras y van con palos por la calle".
Analicemos pues la frase, y lo que su subconsciente trata de expresar:
1-La primera aseveración sobre la fragilidad del escaparate debe recordar los sueños rotos de millones de seres humanos causada por la avaricia de los empresarios financieros. Sabemos que quieren ser nuestro banco, y que nos dicen adelante. Mas los gobiernos han tenido que rescatar unas entidades que ahora deberán estar vigiladas.
2-Sobre el segundo juicio, referente al precinto de las cerraduras de los centros de trabajo debió subyacer el pensamiento más cruel de todos. El auténtico cierre es el del despido en masa, con la simple presunción de dificultad. Esa edulcoración del lenguaje nos habla de regulaciones de empleo. Y es que la regla es crear batallones de parados dispuestos a obtener un empleo a cualquier precio. Tal es la ley de la oferta y la demanda, que nada conoce de aprecios o desafectos. Recuérdese que la culpa del desempleo es de quien despide. El Gobierno -y el Congreso- sólo facilita la silicona de la indemnización menguante. El empresario quien la echa sobre el futuro de la persona despedida.
3-El último aserto, es una simple paranoia propia de quien teme algún mal mayor, como por ejemplo, su destitución de la presidencia de la patronal.
El buen juicio y entendimiento, la razón de los hechos nos muestra que cunde la prudencia entre la clase trabajadora. ¿Acaso han acabado con los palos de fregona? En tal caso, ¿no sería más efectivo ir con escopetas de caza?. Todos sabemos que hay muchos árboles en los parques públicos. ¿Acaso hay un árbol reservado para cada empresario moroso o despiadado?
La realidad es esta.
Ciertamente la reforma del pensamiento hacia lo neoconservador se ha extralimitado con una afirmación llena de prejuicios. La experiencia nos dice que la huelga sólo cobra matices dramáticos cuando se infiltran en las manifestaciones los asalariados del llamado Sindicato Libre. Personas que a sueldo del empresario revientan las manifestaciones, o bien antes de esta, desaniman a los trabajadores para que pidan lo que les pertenece.
Igualmente, no es preciso llegar a tales medidas porque muchos empresarios, sobre todos los pequeños, gozan de capacidad para concertar el paro sin que ello suponga ningún trauma en dicha jornada. Todos somos personas, y no tenemos más remedio que entendernos, los unos a los otros. Lo contrario sería la imposición que a nada lleva, más que a la reducción de la productividad y el incentivo del conflicto.
Es justamente el Estado quien tiene que remover todos los obstáculos para que esa libertad se muestre. Incluso, la libertad de cavar la tumba de nuestros derechos laborales o el ejercicio del libre albedrío de hipotecar el futuro de nuestros venideros hijos. La libertad de asegurar un futuro peor para todos, incluso para nuestra emeridad. La elección de trabajar sólo por nuestras necesidades más básicas, como otrora no pudieron elegir nuestros mayores.
Esta, es la verdadera libertad de elección, hasta que un día al haber elegido todo esto, no tengamos más oportunidades que aceptar nuestro justo premio. Roma, no paga a esquiroles.
(*)Traducción: No será oído quien alega su propia culpa (o torpeza)

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