Al bajar del autobús nos espera
el repartidor de prensa gratuita, que además de darnos los buenos días nos ofrece
el “20 minutos”.
Este periódico nos hace
más amenas las esperas en los organismos públicos, en la estación del tren o en
el asiento del parque. Hoy sin embargo su dirección ha decidido que va a
presentar un ERE, porque ha bajado la venta de publicidad.
La situación está arrastrando
consigo un gran número de medios de comunicación, bien por extinción, bien por
fusión.
El caso es que cada vez que se cierra un periódico, una radio o un blog,
se apaga una voz en este mundo.
Al final va a ser verdad la tesis
de que la crisis es una guerra con otros medios. Una guerra contra la
integridad y la libertad de las personas, contra las instituciones que todos
nos dimos y lo peor de todo, contra los valores que permiten la coexistencia
pacífica y plural de los ciudadanos.
Contra eso, solo nos resta un
trabajo ímprobo para mejorar cada día, teniendo medios que sirvan a la verdad. Las personas debemos estar dispuestas a consagrar el bendito Estado, que teniendo sus achaques, es mejor
que el liberticida mundo salvaje de todos contra todos.
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