Anónima Sociedad, Estado Limitado.


De como la sociedad civil se convierte en parte de una empresa, cuando deja de actuar con libertad y sentido común.

Cuando nos aventuramos a interpretar el modelo de sociedad del siglo XXI, debemos echar la vista atrás y escudriñar acerca del declive de algunos movimientos cohesionadores, para explicar el fenómeno que estamos viviendo.
Muchos de nuestros mayores apelan al termino “antes de la guerra” para explicar aquel sentido de ciudadanía cándida y generosa que era capaz de afrontar los tiempos más duros.
Algo que no me atrevo a señalar ha diseñado un sistema de convivencia lobezno y desarraigado para, con ello, asegurarse un prometedor futuro en medio de más de 7000 millones de habitantes. Es del todo meritorio que se consiga, pero a la vez causa una honda tristeza en quienes pensamos en una idílica sociedad cargada de sentido y de valores.
Asistimos a  una nueva y virtual forma de convivencia,  donde más que seguidores, amigos o visitantes, mutatis mutandis, se generan nuevas formas de servidumbre y de control. Ello se enmarca en esa manera de ver la sociedad como suma de personas estandarizadas y no como conjunto articulado en el que se desenvuelve el género humano libremente.
Me explicaron en Sociología de la Religión que la cultura es lo que nos hace humanos, pero sin olvidar que es la sociedad lo que nos interrelaciona y nos humaniza.  En este sentido la cultura que se prodiga a niveles mundiales se configura con un profundo desarraigo con esos códigos que todos creíamos unificadores.Por contra se estimula el desaire con las clases medias, se provoca la irritación entre colectivos y se planifica una sutil forma de explotación, justamente para causar el desapego entre los seres humanos.
De manera que me atrevo a preguntar ¿Qué podemos esperar de unos procesos de socialización tan ajenos, como al tiempo tan hostiles, con todo lo que signifique patrimonio y acervo público?. 
Respuesta provisional: Lo que la selección ha unido que no lo separe el hambre.

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