Don Gregorío Peces-Barba contribuyó a que fuéramos un poquito más libres y prósperos. Justamente lo contrario que hace la clase política actual.
En mi época de joven estudiante universitario, una de las materias más
reflexivas y amenas era junto con la Teoría del Estado, la Filosofía del
Derecho. Vengo a rememorar aquellas clases porque hoy se nos fue para el
siempre un profesor aventajado de la materia: Gregorio Peces-Barba.
Su fallecimiento se produce cuando las crónicas actuales relatan una
profusa desarticulación del Estado del Bienestar, a golpe de Boletín Oficial
del Estado. En ese sentido el legislador no se detiene a intuir siquiera los
valores que alumbran lo que aprueba.
Muchos de mis colegas de profesión me comentan que jamás vieron en España
un positivismo tan ingente al tiempo que tan injusto, en tan poco tiempo.
El profesor Peces-Barba ya nos
alarmaba de ese influjo de la reacción normativa y el difícil control
constitucional, a toro pasado. El
emérito ciudadano que hoy se nos va fue ponente de esa Constitución a la que
cada día se le da más virtualidad y menos fuerza vinculante. Sufrió en tiempos
pretéritos y en tiempos no tan lejanos el rechazo de quienes hoy vienen a
pervertir nuestras más mínimas reglas de convivencia.
Todos hoy pretenden ser plañideros del profesor, mas la historia o el
tiempo pondrá a cada uno en su lugar, pues es el más justo de todos los
tribunales.
Hasta siempre, Don Gregorio.
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