En este mundo, por el que pasamos como fugaces
estrellas y en el que resultamos como vulgares motas de polvo y ceniza, sólo
queda impresa la actitud que tuvimos.
Dícen que son tiempos donde la hipocresía eclipsa
las virtudes y nos hace rehenes de un advenedizo destino. No es algo a nivel
grupal, sino social. Nos enseñaron durante mucho tiempo a tener y no a ser, lo
que equivale a verlo todo desde una perspectiva de suma cero. Nadie creyó que un día todo eso se desplomara y volviéramos a necesitarnos los unos a los otros.
De tal modo, tienen que venir de fuera a decirnos
que en nuestro país invertimos muy poco en ciencia, que no damos valor al
esfuerzo de los trabajadores y que penalizamos al que sobresale en algún campo
del saber o de la técnica. Lo poco que se invirtíó fue capitalizado por cuatro grandes compañías y ha servido para que personas muy capacitadas pudieran emigrar de España (ingenieros, médicos, arquitectos, etc).
Es cierto, los gobiernos gastan en campañas para
decirnos lo que invierten en I+D, en desarrollo tecnológico, en apoyo a la
industria o en mejoras educativas. Con una mano rezan los parabienes y con la
otra restan los recursos. Y así, con el resto de políticas públicas del
sistema.
Igual ocurre con la banca. Viendo que la sociedad
civil se moviliza para evitar “la violencia estructural bancaria”, que es
aquella que se produce de manera lacerante sobre niños, ancianos o personas con
pocos recursos, han decidido poner freno a los desahucios.
De todos modos saben
que jueces, fiscales, policías y otros
colectivos han creído conveniente sumarse a la insumisión de las órdenes de
desahucios. Es una insumisión creciente, como el agua de la bañera, que se va desbordando lenta pero decisivamente.
Cosa que es de agradecer, y que la clase política
tardará en secundar, dada la tardanza a la que llegan a las iniciativas de la
sociedad. Llegan tarde a todo, porque tienen frenos de importante peso. Peso
pecuniario y de oportunidad. Son maestros de llegar tarde y tratar de quedar bien.
Sí, porque ya les pronostico que vendrán a hacerse la foto cuando aprueben
nimias moratorias y métodos autocompositivos, como la mediación o la
conciliación. El don de la oportunidad si es "bien comunicado" por los medios será su única salida.
Sea como fuere, siempre ha habido y habrá quien llegue a última hora
para ponerse los galones. Eso sucede hasta en las mejores estirpes. Al final se olvidará a los que lucharon por
ayudar a las personas o para intentar que el mundo fuera un poquito mejor, porque otro habrá recogido el mérito. Es el "principio de la escalera", una ley universal aplicable a todos los campos.
Este principio se ilustró hace décadas con la frase "El que se mueva no sale en la foto", pero que en tiempos como estos, ha tornado en más dinamismo, porque la foto puede salir en Twitter, en Facebook o en un blog.
Moraleja: Que cada
cual soporte en su conciencia su cuenta de operaciones, que de las de resultado ya se encargarán
las hemerotecas.
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