¿Valor o precio?



Decía el más puntual y preciso de todos los filósofos, Inmanuel Kant, que las cosas tienen precio y las personas valor.
Eso es cierto, pero el trabajo de las personas ¿cómo debe apreciarse?. 


Lo cierto es que, en estos tiempos, se revela la condición de algunas gentes que valoran más sus vicios diarios que el servicio de obtenido por trabajadores o profesionales. Son los llamados empresarios o clientes tóxicos. Cuánto antes los descubramos para tu vida o para tu empresa.
En la vida encontrarás a personas que, como decía el bueno de Don Antonio Machado, confundirán ambos términos (valor y precio).
Conozco la anécdota de aquel fontanero que puso una simple pieza en un grifo y cobró 30 euros. La mujer totalmente indignada le recriminó como por un trabajo de dos minutos podría cobrarle semejantes emolumentos. Y él con gracia le respondió: “Señora, por ponerle la pieza un euro y por saber cómo ponerla veintinueve”.
Pues bien, no todos tienen la suerte del fontanero y consiguen hacer caja con tanta prontitud. La figura del moroso se propaga con un ritmo algebraicamente proporcional a la duración de esta crisis. Por eso,  es mejor la prevención que el remedio, tal y como el que avanza el proyecto sobre medidas para el fomento del alquiler. Cuando entre en vigor la norma habrá un registro de inquilinos morosos, aunque esto no obste para que algunos libres de dicha tacha, por vicio o por necesidad, tengan que serlo en un futuro.
La cuestión que aquí nos ocupa es que el ser humano debe comenzar a valorar cuanto tiene, no cuanto carece. Administrando bien el tiempo, el dinero y la relación con las personas se consiguen buenos réditos. Lo contrario, es lo que se hizo durante el boom del derroche que tantos contratiempos han causado a esta sociedad.

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