
En nuestro tiempo, donde cualquiera es filósofo en
la red ha resurgido un inquietante modo de proceder. La red social donde se vierten silogismos de 140 caracteres o manidos lemas sin contrastar, es la menos
social de todas las redes. En realidad no es un ágora para predicar libremente, sino un lugar donde se está atrapado por el leiv motiv del momento.
La vida real contemporánea está dirigida por una ingeniería social donde se penaliza la
solidaridad y se nos plantean supuestos de suma cero. Intuyo que se estudia en Sociología más a Nash que a Durkheim.
Para que se me entienda te contaré la historia de
un buen cazador que tenía en sus batidas como compañero a un buen perro,
servicial como el que más.
Un día descubrió que el perro estaba muy lacio y desganado.
—Será porque la mucha confianza que le doy —pensó
el exigente amo.
Una mañana de domingo lucía un espléndido sol. Tras
el disparo, junto a una retama que había en el sendero, el perro encontró una
liebre grande y hermosa, pero tuvo que dejarla allí, por lo mucho que pesaba.
Enterado el cazador, con una vara de olivo le propinó
una soberana paliza al animal.
—El perro en su entendimiento canino debió pensar:
¿Por qué me castigas, amo mío? Bien sabes que ni valor ni voluntad me faltan. Las
fuerzas y los dientes, por la vejez, los perdí para siempre estando a tu
servicio.
La moraleja dice “al desagradecido, desprecio y
olvido”. Yo creo que antes de llegar a esto es mejor saber quien se merece nuestra
ayuda y a quien pedírsela.
Lo del agradecimiento eran cosas que se enseñaban
en otros tiempos, cuando la educación era general, con libreta, lápiz y goma de borrar.
No
hacía falta que fuera secundaria, nos bastaba con que fuera básica.
Comentarios