
En su infinita torpeza no se dio cuenta de que también puedes desenchufar el cable. Puedes vivir tu vida sin que
valore tus hábitos y tus constantes vitales.
Tienes derecho a caminar
por ti mismo, sin que nadie te lleve. Y cuando te pares a descansar, puedes leer los viejos libros,
arrinconados en el desván, o desempolvar los discos que en otro tiempo fueron mega
éxitos.
Tienes derecho a escribir
en papel la carta que siempre quisiste, pegar el sello y usar un buzón. Puedes felicitar la navidad con un christmas a la familia que tanto quieres,
o saludar desde tu merecido viaje con una colorida postal. Al regresar a tu hogar puedes
usar la vieja radio, analógicamente, libre de interferencias.
Llega el invierno. Tiempo
ideal de tomar café con tus amigos y comerse todas las galletitas que pongas en el plato. De no
dejar sobre el mantel ni una sola migaja. Puedes demostrar a ese soñador que tienes más
caché que los que te invitan con artificios a ser el número que nunca fuiste.
PD. -Dedicado a todos esos pacientes que algún día de su vida se sintieron un número, a los que dureza de la estadística pudo arrebatarles la vida- .
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