Hay quien malgasta el dinero buscando vida inteligente fuera de La Tierra. Sería mejor y más barato buscar vida inteligente en nuestro planeta.
La última plaga de virus ha sido el puntillazo definitivo a la lidia de la razón.
La profundidad del conocimiento y de las sensaciones ha caído en desuso. Los libros se ven por la pasta, y ya ni eso, quizá por la portada digital del lector electrónico.
Todo es efímero y superficial. La cultura del picoteo, sin saborear las sensaciones del momento.
La inmensa mayoría de los habitantes del globo terráqueo viven para consumir rápido, porque hay que seguir produciendo bienes y servicios perecederos.
Por eso cuando entre tanto reguetón aparece una Sophie and the Giants nos parece haber encontrado el paraíso. No son los Beatles, ni los Rolling Stones, pero en tiempos como los que vivimos podría ser un canto angelical entre tanta podredumbre melódica.
Más sublime aún, es si lo encontramos en las ondas cortas de la radio que son más profundas y privadas que las del ordenador. Si algún día viene una guerra global quizá sea el único medio donde informarse.
En el país donde el mediocre no renuncia a su posición y se afana con ver el ocaso de lo notable, adentrémonos en la espesura, como decía San Juan de la Cruz..
En esta selva en la que nos hacen vivir, nadie podrá segar la secuoya, nadie podrá detener la luz del sol...pero nadie parece darse cuenta. Y no seré yo, quien sea pasto de las llamas de esta nueva inquisición.
Así, como una invitación a lo egregio. en medio tantas olas pandémicas, que suene la música venida del cielo a mi radio.
Eso tiene la onda corta... que no puede confinarse al dictado de las élites mediocres. El mundo, afortunadamente, es mayor que Silicon Valley.
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