La posverdad

La dama de la justicia, sosteniendo una balanza equilibrada con una mano y con la otra la espada,
puede no ver, pero sí oir. Alguno de los sentidos debe ponerlos en práctica para ser verdaderamente justa e imparcial.

Luego está el VAR, que aunque lo ve todo, parece estar ciego y sordo, a tenor de lo que últimamente se está retransmitiendo. 

Hay una tercera clase de opinadores, que somos todos los demás. Unos más instruídos que otros, pero finalmente, ninguno exento de las influencias de la prensa, los medios y la opinión generalizada. 

Hace muchos años, en clase de derecho, un alumno, extrañado de la respuesta que el profesor le había dado preguntó: 
-"¿Cómo es eso posible? Mi tío que es conserje en el Ayuntamiento me dijo otra cosa".
 A lo que el catedrático le respondió: -"Recuerde usted, que todo el mundo entiende de medicina, de política y de derecho. Conseguí mi cátedra hace años y me quedo sorprendido de lo que sabe la gente de todo. Pero cuando les hago una pregunta de lo que yo sé el silencio se hace paso."

Y es que antes de opinar o contestar nadie quiere reconocer el  "sólo sé que no sé nada". De esa vanidad nace el "mundus vult decipi, ergo decipiatur", del que hablara el senador romano. Esto es, que cada uno escucha lo que quiere escuchar, aunque sea mentira. Y eso lo saben muy bien quienes usan el big data y asesoran a los que mandan en el mundo.

Luego, no nos extrañemos que surjan radicalismos, hipocresias y rodeos del lenguaje. La posverdad es sencillamente, la mentira. 


P.S.
No se pueden dar por ciertas muchas cosas que circulan por la red y que vehiculamos a través de nuestras conversaciones, porque hay que verificar quien lo dijo, en que se basa y para qué lo dijo. 


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